martes, 23 de marzo de 2010

Bodas de diamante...



Juanjo llevaba en el cuerpo un largo número de celebraciones, cumpleaños, aniversarios, nacimientos y otras tantas sin mucho sentido, unidas a otras de obligada presencia. Pero ahora le caía encima ésta tan llena de significados "60 años de matrimonio", una enorme cantidad de tiempo unido a Rosita, ella siempre dulce y bella. No es la historia de estos sesenta años lo que atormenta a Juanjo, es el estado de la vida actual que lo tiene mal parado; la idea de convocar a los suyos, sintiéndolos como una multitud de ignorantes de su mundo interno, de esa urgente necesidad de que las cosas y los hechos conserven esa imaginaria frontera que lo mantiene a salvo, en paz y en silencio.
El pasado inamovible tiene esos relieves emotivos que solo Juanjo sabe pulsar y sus sentidos movimientos recorren un paisaje casi secreto que sus amados seres rara vez alcanzan, no por falta de cariño, sino, por esa lejanía que se interpone entre las almas por una incapacidad natural de entender y hacerse entender.
El circulo se cierra, llega el día, Rosita feliz con su ejército de hijos y amores que ocupan todo su gran corazón, mientras Juanjo espera ser consumido por el barullo, los aplausos y las fotográficas imágenes de su pasado, sentado en el lugar más solitario del mundo, dentro de sí mismo, como si el largo hilo de la vida lo dejara justo donde empezó, a orillas del inalterable vacío...

(AOC.© 2010)

2 comentarios:

Daniel Os dijo...

Que se embrome el viejo Juanjo... quién lo manda a cumplir 60 años de algo.
D.

antonia obiol y corcoll dijo...

Pero si un monton de giles se junta a celebrar debe ser porque lo quieren al caballero...

besotes.