viernes, 22 de enero de 2010

RAY LORIGA



Yo sólo hablaba de amor (extracto)
El fin del fin del mundo... Volvería a querer, de eso no le quedaba ya ninguna duda, y tal vez (seguramente en realidad, para qué engañarse más), volvería a querer lo que ya había querido. Y hasta puede que se presentase la misma mujer, u otra muy parecida, con un vestido distinto, más largo, más corto, más alegre, más serio, más sensato, en incluso tratase de engañarle con un nuevo peinado, pero sería la misma. Una sola mujer y un solo vestido. Un verdad recordada, en lugar de una mentira repetida. Soló ella, y nada extraño. Su cabello en la almohada abandonado como una fortuna dilapidada, y un Dios mejor para una vida distinta, las venas azules de sus pies, su olor, tan diferente al resto de los olores del mundo, la casa de empeño cerrada y nada más que dar, y mirarla para siempre mientras duerme. Su tiempo detenido y entregado. Nada de lo que ella o él dijeron, pero todo lo que fue, y un segundo al lado de la mujer amada, que dura todavía.
Y por qué no morir, finalmente, amando.
¿Hay mejor ocupación? ¿Existe acaso una manera mejor de pasar el tiempo, de recorrer ciudades, de darle sentido a cada plato de sopa?
¿Por qué no hablar de amor todo el tiempo y de nada más?
¿Con qué corazón iba a querer sino con el suyo? ¿Para que enterrar a los muertos, si sus nombres permanecen firmes sobre la tierra del cementerio? De lo perdido que no se olvide nada. El hombre que muere no conserva derecho alguno sobre el hombre que ha vivido. Sebastián supo que cualquier forma de amor le recordaría siempre y dolorosamente el amor que conocía. Pero no encontró en ello ningún mal, y se abrazó al amor que fue capaz de dar un día. Nadie puede negar lo que fueron, pierna la madre de todos los soldados caídos, y así piensa Sebastián, que nadie puede ni tiene por que negarle la oportunidad de haber sido. De haber amado, de haber besado, de haber intentado ser muy distinto de lo que es ahora.

Algún día no sería tampoco y nunca más lo que es ahora, y deseo que hubiese sido posible pertenecer para siempre a esa especie de pequeños monstruos disecados que adornan los museos de ciencias naturales, no ser más, ni otra cosa, que un animal derrotado para siempre....

Artes de Karto

Para escuchar: http://www.youtube.com/watch?v=q_S9OQtI8gA

2 comentarios:

CLAUDIO DAMASCENO dijo...

Poética...

antonia obiol y corcoll dijo...

Gracias, que bueno que te guste, es un interesante escritor...

Saludos