Joyce Maynard

Los mitos urbanos o digitales, especulan que J.D. Salinger sigue escribiendo, o que no escribe nada; que ahora envía mails y chatea con un nick falso; que escribe pero quema sus manuscritos. O que tiene preparado cada uno de los pasos de su carrera póstuma. La mejor "fuente " de lo que sucede en su cabaña viene de la voz cuestionable de de Joyce Maynard, que dice que existen varios volúmenes centrados en los excéntricos Glass (¿podría existir el mundo de Wes Anderson sin Salinger). Maynard, considerada por muchos como "esa mujer" es una de las mujeres más repelentes y odiadas del mundo literario norteamericano. Maynard, que vivió un tiempo con Salinger a comienzos de los 70, y que se cree escritora, redactó unas memorias en 1998 que, para su propia sorpresa, fueron rechazadas con tal visceralidad, que hoy Maynard es una suerte de exiliada de la república de las letras americanas, donde todos consideran que su "acto" fue de un mal gusto imperdonable. Maynard calculó mal: creyó que la gente quería saber más de Salinger. Pero curiosamente no es así: lo que la gente quiere respecto a Salinger es que justamente sea Salinger. Que no exista. O exista a su manera, tal como sus personajes existen salingerianamente. Son y no son parte del sistema. Los lectores de Salinger no necesitan que aparezca en portadas de revistas o firmando libros. Salinger, sin salir de su casa, sin que se publicara nada nuevo desde mediados de los 60, es uno de los autores norteamericanos que más vende y de forma más regular, poniendo en jaque y en aprietos todas las reglas de oro del marketing literario: entrevistas, cara a cara, giras, presencia. La Maynard hoy vive un anonimato e invisibilidad muy superior al de Salinger, que en una jugada maestra, le ha demostrado al mundo que, aún hoy, con toda la obsesión de la conectividad, es perfectamente posible existir sin existir. Quizás es la única manera digna de hacerlo...