Esta peligrosa patología resulta más propia de los hombres - entre 50 y 70% de los narcisos diagnosticados son hombres.
El narciso fue un niño herido por su madre, abandonado y maltratado, y descubrió muy temprano que una buena manera de defenderse del miedo y el dolor del abandono era amarse a sí mismo, tanto, que el dolor no doliera. Ellos son victimas de su propia historia. Tienen un hueco de hambre y sed que nunca se sacia, que parecen no poder llenar a pesar de que succionan cual lactantes de los otros todo lo que sea. Son ladrones de todo lo que esté disponible. Buscan confiar sin poder llegar jamás a sentirse de verdad seguros en una relación; buscan incansablemente el remedio a sus miserias, tan antiguas como insaciables e irreparables.
El narciso se caracteriza por un sentimiento excesivo de su propia importancia. Tan importantes son, que ese espacio de pode no queda hueco para otros; los demás son una corte que acompaña, que parece importante sin serlo. No pueden vivir sin la corte que les devuelve la ilusión de su propio poder e importancia, pero la necesitan más de lo que la quieren, y, por ende, las cortes van cambiando con el tiempo.
El narciso va perdiendo cortesanos y va quedando más y más solo, pero nunca pierde del todo; su capacidad de recuperación es maravillosa, porque la necesita, porque aunque la corte sea con el tiempo más pobre y menos numerosa, él desplegará su seducción para atraer o mantener a sus presas.
Son expertos en observar al otro; tan grande es su propia necesidad, que ve en los otros todo aquello que será una retribución para si mismo en el futuro. Y en ese acto de ver para robar, son acertados como si vieran con lupa, como magos que adivinan.
Los narcisos son maltratadores de cuello y corbata. Porque la represión, la petición velada de hiperprotección, las expectativas excesivas son tan abusivas como el maltrato físico; no pueden ser empáticos porque no ven al otro, solo ven del otro lo que ellos necesitan. Su vanidad es muy grande y tienen un ego gigante, de manera que visten al otro para verse bien ellos mismos. Por eso pueden parecer generosos, hacer grandes regalos, prodigar grandes halagos frente a terceros.
No toleran la critica, se sienten ultrajados ante los comentarios negativos sobre su persona, de modo que cuando su pareja se queja, ellos se enojan.
No arriesgan nada por miedo a frustrarse; son hipersensibles al halago y la critica; la mirada de admiración o de placer o de agradecimiento es suficiente para sacar lo mejor de sí mismos. Tienen un radar gigante para detectar las situaciones en que pueden ser descubiertos.
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Confianza originaria: fase oral del desarrollo de las pulsiones en la infancia, origen del sentimiento fundamental de confianza y sentimiento fundamental de lo malo que serán, durante toda la vida la fuente de angustia originaria y de la esperanza originaria.La génesis de la confianza o desconfianza originaria en el niño depende de la regulación recíproca entre el niño y la madre al dar el pecho y el comportamiento oral del niño; la base de la confianza se basa en la sensibilidad de la madre en este juego. El niño aprende de esta regulación recíproca y aprende así a abandonarse, no solo a la proveedora constante, si no también a sí mismo.
El tema de la confianza originaria está también presente en las teorías modernas sobre el narcisismo. Heinz Kohut señala que el niño pequeño necesita del calor y de la mirada alentadora de la madre para alcanzar un desarrollo sano de sí mismo, es decir, del narcisismo. La confianza originaria sólo puede nacer, según esto, si se ha desarrollado un sí mismo equilibrado.
Un niño pequeño que según Adolf Pottermann viene al mundo como "parto prematuro" necesita un útero social, con el calor y la estimulación correspondiente para poder desarrollarse normalmente. Al igual que dentro del útero, la tactilidad o la piel reviste una importancia capital para la comunicación con el entorno. La temperatura física y afectiva del entorno son circunstancias de las que dependen el desarrollo sano o perturbado del narcisismo. Si el niño no logra formar un sí mismo consistente, no puede surgir en él una confianza originaria. El individuo afectado dudará siempre de sí mismo y de los otros, porque no es lo bastante capaz de formar un representante adecuado del sí mismo ni de los objetos.
AOC.©2010
Fuentes: Revista Ya de El Mercurio Abril 2010 - Diccionario de psiquiatria Herder - Raymond Battegay -Johann Glatzel - Walter Poldinger - Udo Rauchfleisch.
Sugerencia de página : http://psicopatia-narcisismo.blogspot.com/
Narciso y el lago, Oscar Wilde http://miserable.blog.com.es/2006/05/29/title~836766/
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