martes, 28 de octubre de 2008

Cotidiano represivo


Tragedia cotidiana
Por los noventas veía una serie de Tv llamada Becker, protagonizada por Ted Danson. Era un cáustico médico del Bronx que tenía un particular punto de vista sobre la vida; una de estas posturas era la del elástico. El sostenía que un gran elástico era tensado sobre nuestra humanidad a medida que la vida nos premiaba con algún acontecimiento grande o pequeño, de modo que el elástico se iba tensando cada vez más sin que nosotros nos diéramos cuenta, ya que estabamos disfrutando de una buena racha. Lo que no sabíamos era que las buenas cosas de la vida se pagan y en este caso te cobraba con un feroz elasticazo en la cara cuando creías que los dioses te sonreían. En este ejercicio existen algunos zorros que saben esquivar el impacto. Yo sin embargo, espero el golpe. Cuando la vida se torna pacífica, sospecho; es una máxima que siempre se manifiesta. Todo ésto está referido a las tragedias diarias a los inconvenientes cotidianos. Para algunos puede ser que falle el computador, que aparezca una filtración en las cañerías, que deje de funcionar el calefont en plena ducha, que el equipo de sonido no lea los Cd, son tragedias menores. Yo, en cambio, voy a negro y siento ese elástico en pleno rostro. Son fallas del sistema… si tengo suerte no me volará un ojo. En todo caso, prefiero eso, el golpe que me mantiene despierta y alerta. No acepto esa teoría, la de los males menores, que se supone debería calmar mi espíritu. Acaso debería comerme la comida por todos los niños que no tienen que comer en el mundo?… definitivamente no me gusta tragar todo lo que me dan…

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