jueves, 25 de septiembre de 2008

Primavera y volantín




Lo mejor de ese tiempo de infancia es que a unas cuadras de casa estaban los cerros y el campo.
El tata Chuma preparaba para septiembre un volantín gigante con papel de las bolsas de cemento. Para proveer del suficiente hilo a su pájaro volador tenía un enorme carrete montado en un banco que además había dotado de un ingenioso sistema para enrollar y recuperar el hilo cuando era bajado el volantín.
Yo he venido al mundo con algunas taras (otras las he amasado con el tiempo y mucho cuidado) una de ellas es que no importa cuan alto vuele un volantín si cae en mis manos con seguridad será volantín a tierra. Así que para esos eventos en que se elevaba ese enorme pájaro de papel mi mayor diversión era confeccionar rebuscadísimos “recados o cartas”, que eran trozos de papel escritos que se enviaban por el hilo que sujetaba al volantín y que rápidamente subían en busca de la altura.
Un día le echaron una “comisión” y se fue cortado, lo vimos desaparecer sin rumbo y perderse en un cerro. Un par de días después llamaron a nuestra puerta, un señor muy amable vino a devolver el volantín perdido siguiendo la trama de recados que le enviamos al cielo en una maravillosa tarde de septiembre

2 comentarios:

pelicanopitekus dijo...

Volantín de papel de bolsas de cemento...No recuerdo uno así.De papel de periódico,una "choncha" o "cambucha",como un volantín jurásico,y la carta tomando la curvatura del hilo...
"Que lindo haberlo vivído,para poderlo contar",(L.Favio)
Besos y recuerdos

antonia obiol y corcoll dijo...

Tu no me crees pero mi abuelo lo podia todo, por lo menos asi lo creí yo... esas cartas fueron mis primeros poemas al vientos.
Un saludo grande...