martes, 4 de diciembre de 2012

El subsuelo (extracto) F.T.Dostoiewsky

“Pues bien, señor mío; a ese hombre que se sale de la corriente es al que yo considero como el hombre auténtico, normal, según nuestra tierna madre Naturaleza indica al traerlo complacida a este mundo. Envidio a ese hombre hasta el punto de segregar por esa razón oleadas de bilis. Es estúpido, os lo concedo; pero puede que sea menester que el hombre normal sea estúpido - ¿qué sabéis de eso vosotros? - y que así esté dispuesto por mejor. Esta hipótesis resulta más confirmada si frente al hombre normal colocamos a su antítesis, el hombre de conciencia hipertrofiada y que seguramente no procede del seno de la Naturaleza, sino de alguna retorta. (Esto es casi misticismo, señores; pero yo creo que es la verdad) Ahora bien; este hombre de retorta se escurre suavemente ante su antítesis, porque en su conciencia hipertrofiada se considera ratón y no hombre. Un ratón de conciencia hipertrofiada no deja de ser un ratón, mientras que el otro es un hombre; por consiguiente… etc… Lo más grave es que él mismo, él mismo, es quien se considera un ratón, nadie se lo pregunta; este es un hecho capital. Echemos, pues, un vistazo sobre la manera de conducirse del ratón. Supongamos, por ejemplo, que le han ofendido (casi siempre lo está) y deseoso de vengarse. Probablemente acumulará más encono que el hombre de la Naturaleza y la verdad. El anhelo bajuno y despreciable de pagar mal con mal bullirá en él de un modo acaso más innoble que el hombre de la Naturaleza y la verdad, porque éste, atendida su estupidez innata considera su venganza sencillamente como una manifestación de la justicia, mientras que el ratón, por lo hipertrofiado de su conciencia, rechaza semejante idea. Pero pasemos a la acción misma, al acto mismo de venganza. A más de su bajeza primera, el desgraciado del ratón ha tenido tiempo sobrado para rodearse de un cúmulo de otras bajezas en forma de interrogaciones y dudas. ¡Cualquier pregunta trae consigo tantas otras insolubles! Así que a su alrededor fórmase un infecto lodazal, una funesta charca, compuesta de sus dudas y sobresaltos, y también de los escupitajos sobre ella lanzados por los “hombres de acción que se salen de la corriente”, los cuales le rodean de una suerte de areópago solemne y zumbón, que a veces rompe a reír a mandíbula batiente. No hay duda que sólo le queda el recurso de hacer con las patitas un ademán de desesperación y, afectando una sonrisa desdeñosa y poco sincera, meterse de nuevo bochornosamente en su madriguera. Allí, debajo de tierra, en su agujerillo asqueroso y mal oliente, nuestro ratón, afrentado, corrido y maltrecho, abandonase al punto a una rabia fría, ponzoñosa y sobre todo eterna. Por espacio de cincuenta años estará rumiando su injuria en sus más nimios y bochornosos pormenores, añadiéndole todavía de su cosecha circunstancias particularmente infames, enardeciéndose y excitándose a su antojo. Se avergonzará de sus desvaríos, pero seguirá rumiando a pesar de ello; dará nuevamente principio una y otra vez a la lucha, mentalmente inventará cosas no sucedidas so pretexto de que pudieron ocurrir, y no perdonará nada. Puede que también quiera vengarse, pero poquito a poco, so capa, al amparo de su agujero, “de incógnito” de invisible, sin fe en la legitimidad de su venganza ni en su triunfo y convencido de que ha de sufrir mil veces más con todas sus vacilaciones que aquel de quien se vengue, que acaso ni lo notará. Hasta en su lecho de muerte pensará en aquello el ratón con todos los intereses compuestos de venganzas… Pero precisamente en ese estado miserable y frío, entreverado de desesperación e incredulidad, en ese sepelio de si mismo, en la pesadumbre, en ese retraimiento de cincuenta años debajo de tierra, en ese impace inevitable y equívoco, en toda esa pútrida fermentación de deseos reprimidos, en esa fiebre de vacilación, resoluciones irrevocables y súbitos escrúpulos, en eso es donde reside la fuente de esa extraña voluptuosidad.”

AOC.©.2012
Gráfica: Jack Vettriano

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Heinrich Böll, Dos extractos y un cuento.

"En efecto, no tengo habilidad para coser, y con mucho gusto suministro para cada uno de los años de mi vida desde que tenia veintiuno hasta los cuarenta y ocho una docena de botones arrancados, redondos y alargados, que irán a parar al cuaderno para colorear. Que el lector transforme y pinte a su gusto tanto los redondos como los alargados. Si le apetece, puede transformar los redondos en margaritas o en flores de manzanilla, también puede hacer con ellos monedas o relojes, lunas llenas, azucareras o enchufes vistos desde arriba, le está permitido servirse de su fantasía para pintar cualquier cosa que sea redonda como variación de botón. Puede hacer insignias de partido o distintivos SOS. Los botones alargados, como los de los chaquetones trescuartos y prendas de vestir correspondientes y que siempre están cosidos demasiado flojos, son muy adecuados para transformarlos en bombones de coñac, medias lunas, croissants de vainilla o comas, adornos para el árbol de navidad y hoces. En mi generosidad saco hasta 1949 una docena de botones redondos por años, después de 1949 media docena de redondos y media de alargados cada año, y añado además algunas cremalleras rotas que son muy adecuadas para transformarlas en matorrales espinosos o en alambradas. Los diminutos botones de camisas – por desgracia sólo los hay redondos – los esparciremos simplemente – como se hace con el azúcar sobre el pastel ya terminado -; unos cuantos puñados para terminar. Agujeros en los calcetines y en las camisas y también los llamados sietes abundaban; para los fisgones son particularmente adecuados, pues como sabe cualquier niño ( yo lo repito para los adultos, que son tan flojos de memoria) no hay nada tan cargados de arqueología como un agujero. Un viudo como yo que siempre se ha negado a limpiarse los zapatos, tiene suficientes agujeros que ofrecer." Heinrich Böll, Lejos de la tropa 1964 (extracto) 

 “Cuando estoy borracho, en mis números realizo sin precisión movimientos que sólo quedan justificados por ella y cometo el peor error que puede escapársele a un payaso: me río de mis propias ocurrencias. Una humillación espantosa. Mientras estoy sobrio, el miedo de entrar en escena va en aumento hasta el momento en que lo hago (generalmente tenían que empujarme para ello), y aquello que varios críticos llamaron ‘esa alegría crítica y reflexiva tras la cual se oye palpitar el corazón’, no era más que un frío desesperado con el cual me transformaba en marioneta. Mal asunto por lo demás cuando se rompía el hilo y volvía a ser yo mismo. Es posible que existan monjes a los que les ocurre algo parecido en estado de contemplación; Marie siempre llevaba consigo mucha literatura mística y recuerdo que allí las palabras ‘vacío’ y ‘nada’ aparecían muy a menudo”. Heinrich Böll, Opiniones de un payaso. (extracto) 

La amada no enumerada [Cuento] Heinrich Böll 
Ellos han remendado mis piernas y me han dado un puesto en que puedo estar sentado: cuento las gentes que pasan por el nuevo puente. Les da gusto atestiguar con número su habilidad, se embriagan con esa nada sin sentido de un par de cifras, y todo el día, todo el día, marcha mi boca muda como la maquinaria de un reloj, amontonando cifras sobre cifras, para regalarles por la noche el triunfo de un número. Sus rostros resplandecen cuando les comunico el resultado de mi turno de trabajo; cuanto más alto es el número, tanto más resplandecen sus rostros y tienen motivo para acostarse satisfechos en la cama, pues muchos miles pasan diariamente por su nuevo puente... Pero sus estadísticas no están bien. Me da mucha pena, pero no están bien. Soy un hombre en quien no se puede confiar, aunque entiendo que despierto la impresión de lealtad. En secreto me produce alegría quitarles uno de vez en cuando, y luego también, cuando siento compasión, regalarles un par de más. Su felicidad está en mi mano. Cuando estoy furioso, cuando no tengo nada que fumar, indico solamente el término medio, algunas veces por debajo del término medio, y cuando mi corazón late, cuando estoy contento, dejo que mi generosidad fluya en un número de cinco cifras. ¡Son tan felices! Me arrancan en cada ocasión el resultado de mi mano y sus ojos se iluminan y me dan palmaditas en el hombro. ¡No sospechan nada! Y luego empiezan a multiplicar, dividir, porcentualizar, yo no sé qué. Calculan cuántos pasarán hoy cada minuto por el puente y cuántos pasarán en diez años por el puente. Aman el segundo futuro; el segundo futuro es su especialidad y, sin embargo, me da mucha pena, todo eso no concuerda... Cuando mi pequeña amada pasa por el puente -y pasa dos veces por día- mi corazón simplemente se detiene. El incansable latir de mi corazón sencillamente se detiene, hasta que ella dobla hacia la avenida y desaparece. Y todos los que pasan en ese tiempo, los silencio. Esos dos minutos me pertenecen a mí, a mí solo, y no dejo que me los quiten. Y aun cuando ella al atardecer regresa de su heladería -yo he sabido entretanto que trabaja en una heladería- cuando pasa por el otro lado de la acera frente a mi boca muda, que tiene que contar, contar, mi corazón se detiene de nuevo y comienzo de nuevo a contar, cuando ya no la veo a ella. Y todos los que tienen la suerte de desfilar en esos minutos ante mis ojos ciegos, no entran en la eternidad de las estadísticas: hombres de sombra, mujeres de sombra, seres de la nada, que no marcharán con los demás en el segundo futuro de las estadísticas... Está claro que la amo. Pero ella no sabe nada de esto y no quiero tampoco que lo sepa. No debe sospechar de qué modo tan increíble ella anula todos los cálculos, y ella debe ser inocente y no sospechar nada, y con sus largos cabellos castaños y sus tiernos pies marchar a su heladería, y ha de recibir muchas propinas. La amo. Está clarísimo que la amo. Recientemente me han supervisado. El camarada, que está sentado al otro lado y tiene que contar los autos, me advirtió ya muy pronto y yo hice maldito el caso. He contado como un loco; un cuentakilómetros no puede contar mejor. El superestadístico en persona se colocó allá enfrente, al otro lado, y ha comparado después el resultado de una hora con el resultado de mi hora. Yo sólo tenía uno menos que él. Mi pequeña amada había pasado y jamás en la vida hubiera hecho yo transportar a esa hermosa criatura al segundo futuro; esa mi pequeña amada no debe ser multiplicada y dividida y ser transformada en una nada porcentual. Mi corazón sangraba de tenerla que contar, sin poderla seguir mirando, y al amigo de allá, el que tiene que contar los autos, le estoy muy agradecido. El superestadístico me ha dado palmaditas en el hombro y ha dicho que soy bueno, confiable y fiel. "Errar uno en una hora", ha dicho, "no es mucho. Sin embargo, tenemos en cuenta un cierto desgaste porcentual. Solicitaré que sea usted trasladado a contar carros de caballos". Carros de caballos es naturalmente una suerte. Carros de caballos es una alegría como nunca antes. Carros de caballos hay todo lo más veinticinco por día, y hacer que cada media hora caiga el siguiente número en el cerebro, ¡es una alegría! Carros de caballos sería magnífico. Entre cuatro y ocho no puede pasar ningún carro de caballos por el puente, y podría ir a pasear o apresurarme a la heladería, podría mirarla largamente o podría quizás llevarla un rato hacia casa, a mi pequeña amada no numerada...


Fotografias:

Heinrich Böll als 16-Jähriger, 1936
Heinrich Böll1937
Schattenumriss Heinrich Böll, 1925


martes, 18 de septiembre de 2012

Wolfgang Borchert (extractos)

Wolfgang Borchert nació en Hamburgo en 1921, vivió apenas 26 años y en solo dos escribió su obra. Fue librero y actor ambulante. En 1940 fue detenido por la Gestapo acusado de haber escrito poemas subversivos. Poco después fue llamado a las filas y participó en avances de las tropas alemanas hacia Moscú. Se le imputó haberse disparado en un dedo con el fin de ser evacuado del frente ruso. En 1942, enfermó de difteria y hepatitis, fue enviado a un hospital de Núremberg, bajo la amenaza constante de ser condenado a muerte. En 1943 viajó a Hamburgo donde fue testigo de la destrucción de la ciudad por los bombardeos aliados. En 1944 fue internado en la prisión de Moabit y en 1947 murió en una clínica de Basilea.

De "En mayo, en mayo gritó el cuclillo" (extracto)
"Los poetas heroicamente enmudecidos, solitarios, deben irse y aprender como se hace un zapato, se atrapa un pez y se tapan las goteras de un tejado, pues toda su afectación es parloteo atormentado, sangriento, desesperado, es parloteo ante las noches de mayo, ante el grito del cuclillo, ante las palabras verdaderas del mundo. Pues ¿quien entre nosotros, quién sabe una rima para el estertor de un pulmón acribillado a balazos, una rima para una el grito de una ejecución, quien conoce la medida rítmica del verso para una violación, quién sabe una medida de un verso para el tableteo de una ametralladora, un vocablo para el grito recién enmudecido de un ojo de caballo muerto en el que ya no se refleja el cielo, ni siquiera los pueblos incendiados, qué imprenta tiene un signo para el rojo de oxido de los vagones de mercancías, ese rojo de mundo en llamas, ese rojo seco, de costra de sangre, sobre la blanca piel humana? Id a casa, poetas, id a los bosques, atrapad peces, cortad leña y poned por obra vuestra acción heroica: ¡callad! Silenciad el grito del cuclillo de vuestros corazones solitarios, pues para eso no hay rima ni metro, y ningún drama ni oda ni novela psicológica resiste el grito del cuclillo, y ninguna enciclopedia ni imprenta tienen vocablos o signos para tu rabia universal sin palabras, para tu deseo de dolor, para tus penas amorosas."
cucclillo:  http://www.escolar.com/lecturas/reino-animal/aves-acuaticas-y-terrestres/las-aves-que-trepan.html

De: "A él también le causaba mucho fastidio las guerras" (extracto)
"Violetas y blandos completamente se vuelven al atardecer los bordes de las piedras, los fríos hocicos de mausoleo de los portones, los bloques de viviendas de alquiler con forma de dados, los cuarteles agrisado que antaño fueron quizá más claros, los cobertizos de madera que aún se alzan inclinado. Y los postes de la luz, correctos cual soldados, se yerguen totalmente adormecidos y perdidos en la esfumación violeta del atardecer. Y luego crujen las polillas de seda y los mosquitos y los demás bichos nocturnos de alas polvorientas, como de paja, contra el resplandor amarillo de la lampara."

Poemas

Despedida
Fue un último beso en el muelle...
Se acabó.

Navegas río abajo
y hacia el mar.

Se alejan una luz roja
y otra verde...

Aranka
Siento tus rodillas en las mías
y tu nariz fruncida
debe de estar llorando en mis cabellos.
Eres como un jarrón azul
y tus manos florecen como ásteres
que tiemblan al ser dados.
Sonreímos los dos bajo una tempestad
de amor, de pena... y vicios.

AOC.©.2012 
Del libro "Obras Completas" Wolfgang Borchert, Editorial Laetoli, Colección Maestros del siglo XX, traducción Fernando Aramburu











jueves, 10 de mayo de 2012

Extractos, Radiaciones I Ernst Junger

"Las catedrales vistas cual fósiles encerrados en nuestras ciudades como en sedimentos tardios. De sus dimensiones no se nos ocurre extraer, sin embargo, consecuencias sobre la fuerza vital que en otros tiempos estuvo coordinada con ellas y les dio forma. Aquello que estuvo vivo dentro de esas conchas multicolores y que las creó es algo que nos queda más lejano que los amonites del Cretáceo; y más fácil que reconstruir su figura nos resulta reconstruir, a partir del hueso de un saurio encontrado en una cantera de pizarra, la imagen del animal de que ese hueso formo parte. También puede decirse que los seres humanos de hoy ven esas obras como ven los sordos las formas de violines y trompetas. "

"El orden visible se ve precisado a crecer en identica medida en que va perdiendo la armonia interior. Asi como aumenta el número de médicos en la misma proporción en que se pierde la capacidad curativa."

"Kirchhorst, 9 Mayo 1939
"La humedad como elemento vital. El aflujo de los humores en los goces muy intensos, la saliva de que se nos llena la boca a la vista de los buenos bocados, la secreciones y el hervor de la sangre en el juego amoroso. Estamos asentados en humores. También el sudor y las lágrimas significan que la vida está activa en regiones hondas de la salud. Mal le van las cosas a quien es ya incapaz de transpirar o llorar. Luego lo húmedo en lo espiritual, como lo que de jugoso, de musgoso, de frescor de bosque hay en la poesía. Y sobre todo lo que en ellas hay de fontanal, de sobreabundancia de imagenes y palabras, en cuyo cause van flotando las partículas sólidas.
La humedad que hay en Rubens, especialmente en los sitios donde la carne se tiñe de rosa. Insuperable resulta en ellos todo lo que allí es goce de vivir. "
"Opuesto a lo húmedo, la cualidad de lo seco. El dulzor, el aroma. El giro de Nietzsche hacia lo seco, hacia el desierto, hacia los dorados dátiles con llagas a punto de reventar, su giro de Wagner a Bizet. La intensa vida que nace de los riegos. Oasis. Cisternas. Harenes. Taraceas,"

Edelingen, 19 de julio 1940
"... Así es como están ya  prefiguradas en la Naturaleza, en el modo como crecen las cosas, todas las medidas que pueden ser inventadas por el arte del hombre. Nuestra libertad consiste en descubrir lo pre-formado - cuando creamos, lo que hacemos es adentrarnos en la Creación. Lo más alto que de este modo podemos alcanzar es un presentimiento de la medida inmutable de la belleza - a la manera como el mar Egeo la mirada adivina en el fondo, bajo el juego de las olas, las urnas y estatuas antiguas. Esto mismo es valido también de nuestra vida - una vida está lograda cuando  al menos presentimos, y hacemos presentir, lo que mora en ella desde la eternidad."

http://www.tusquetseditores.com/titulos/tiempo-de-memoria-radiaciones-i-tiempo-de-memoria

AOC.©.2012
Gráfica: Philip Straub